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martes, 13 de enero de 2015

UN MODELO DE DETERMINACIÓN DE LA OFERTA MONETARIA

UN MODELO DE DETERMINACIÓN DE LA OFERTA MONETARIAEL MULTIPLICADOR DE LA BASE MONETARIA





LA SERIE

100 + 75 + 56.25 + 42.1875 + 31.640625 + 23.73046875 + 17.79785156 + 13.34838867 + 10.0112915 + 7508468628 + 5.631351471 + 4.223513603 + 3.167635202 + 2.375726402 + 1.781794801 + 1.336346101 + 1.0022259576 + 0.7516946818 + 0.5637710114 + 0.4228282585 + 0.3171211939 + 0.2378408954 =

399.2859319


La presentación anterior es la habitual en la literatura económica y se presta a que la política y acciones monetarias se interpreten con base en dicho modelo. El problema con este modelo tan popular es que parte de una premisa falsa: supone que el banco central puede poner en manos de los bancos un incremento de base monetaria no deseado por el público.  En los hechos el mecanismo funciona al revés: un incremento “deseado” de base monetaria se alimenta automáticamente como resultado del funcionamiento cotidiano del sistema de pagos.

Salvo que contrate un helicóptero lleno de billetes y los arroje desde el aire, o envíe sobres con efectivo de regalo a cada familia, un banco central no puede forzar aumentos (y menos contracciones) de la base monetaria, más bien, es el público el que induce los cambios en Mo[1].

 Una demostración somera (y suficiente) de las afirmaciones anteriores se hará a partir de 3 balances consolidados:





[1]
Para un desarrollo más extenso de este argumento pueden consultar:
“Monetary policy and its transmission channels in Mexico” por Francisco Gil Díaz*  en la página Web del Bank for International Settlements, (BIS).
 
El modelo esquemático tiene es suficiente para mostrar los límites de la interacciones entre el banco central, el público y la banca comercial. Más “realismo” sólo añadiría variables y conceptos innecesarios.

Considérese un intento del banco central de reducir la cantidad de efectivo en circulación (Mo). Parecería que para lograrlo el banco debe  disminuir su crédito a la banca comercial. En respuesta a su intento de reducir A, los bancos comerciales tendrán que experimentar:

a)      Reducción en G, o
b)      Reducción en G y aumento en D, o
c)      Aumento en D

G no responde a medidas monetarias. Toda vez que el banco central ni determina la política fiscal ni sincroniza con ésta su política monetaria, las opciones a) y b) no son factibles.

Como G es un dato fijo y la banca comercial no determina D (los depósitos los determinan preferencias del público), para que cuadre al balance de la banca comercial el banco central puede intentar reducir el crédito A que le otorga. Pero dado G del lado del activo de la banca comercial, el banco central necesita inducir un aumento en la cantidad de depósitos D que el público demanda.  Pero aumentos en D requieren de acomodos sustanciales en la cartera de activos del público, a favor de D y en contra de Mo. De ocurrir esto se mantendría constante la tenencia de activos financieros en manos del público, la reducción en el crédito a la banca comercial se vería compensada por el aumento en los depósitos del público y el banco central podría contraer A y Mo (su activo y su pasivo) en cantidades iguales. Pero la relación Mo/D (es decir p) la determina la preferencia del público. Para convencer al público de cambiar la composición de su cartera es necesario un aumento en la rentabilidad de los depósitos a la vista en contra de la conveniencia de mantener efectivo. El problema es que está fuera de toda posibilidad realista un aumento en la tasa de interés suficiente para lograr que en un lapso inmediato la gente reduzca su demanda de Mo para aumentar su demanda de D. No cabe dentro de las posibilidades el supuesto de que en un lapso muy corto o aún largo, pueda la política monetaria actuar sobre la proporción Mo/D.

Es errónea entonces la noción prevaleciente entre legos y muchos economistas que el banco central puede colocar reducir o colocar dinero no demandado entre el público. Para que disminuya o aumente la cantidad de moneda en circulación tiene que haber quienes estén dispuestos a disminuir su tenencia o a tomar el aumento[1].

El análisis monetario difiere dependiendo del régimen cambiario que se escoja. Con el tipo de cambio flotante las reservas internacionales del banco central no pueden cambiar excepto por operaciones fuera de mercado relacionadas con, por ejemplo, compras y ventas del banco central a entidades públicas, como las que realiza Banco de México con CFE y Pemex.

Las limitaciones impuestas por la demanda de efectivo a la capacidad del banco central para alterar la cantidad de circulante lo obligan a actuar a través de aumentos o disminuciones en la tasa de interés que cobra por sus intervenciones en el mercado de dinero.

Con un tipo de cambio fijo el banco central puede atraer recursos del exterior mediante aumentos en la tasa de interés y aumentar sus reservas de divisas internacionales. Un aumento de sus activos internacionales debe corresponderse con una disminución de su crédito o con un aumento de sus pasivos. Una operación de esta naturaleza se conoce como esterilización porque cancela cualquier efecto expansivo del aumento en RI sobre el crédito interno. Mo no se altera como consecuencia de una operación de esta naturaleza.

El esterilizar no significa que haya habido un cambio en la postura de la autoridad monetaria sino sólo un cambio en la composición de su cartera o de su balance. La reducción de A que experimentan los bancos comerciales para que el banco central acomode el aumento en RI se compensa con un aumento en sus depósitos D de parte de residentes del exterior. El crédito interno del banco central se habrá contraído, en este caso A, o (Mo-RI). Es decir, la reducción en el crédito del banco central a la banca comercial ocurre simultáneamente con un aumento compensatorio en los depósitos bancarios de los no residentes de manera que el crédito total no habrá disminuido y tampoco se habrá afectado la cantidad de moneda en circulación.

Las conclusiones anteriores son incontrovertibles aritméticamente porque se trata de simples identidades contables. No obstante su sencillez y la ausencia de análisis económico para llegar a ellas, tiene utilidad detallar el proceso para enfatizar las relaciones involucradas entre las diversas variables centrales para el análisis y para conocer las consecuencias de las políticas del banco central.

Es útil y pertinente enfatizar cómo se producen estos fenómenos dada la frecuencia con que publicaciones de economistas, de periodistas y de funcionarios públicos muestran serias confusiones sobre el particular. Véanse si no los comentarios que han surgido acerca del “Quantitative Easing” (QE) del Fed que al tomar en cuenta su operación pasiva equivale a una simple esterilización de los aumentos de su crédito dejando constante la intermediación financiera en los EU y sin que el QE de ninguna manera equivalga a un aumento de la cantidad de dinero.

La cantidad de dinero en circulación puede sin duda aumentar pero necesariamente como resultado de aumentos en su demanda. Los factores determinantes pueden ser varios. Un aumento en la percepción del riesgo político tiende a aumentar la relación C/D como ha ocurrido durante episodios críticos de nuestra historia económica reciente, en 1982 por ejemplo y en 1994. La depreciación del tipo de cambio y su efecto sobre el nivel interno de precios, sea por causas externas al país, por deterioro en sus términos de intercambio, por compras de pánico de divisas debidas a temores del público ante un endeudamiento excesivo, etc., aumenta el ingreso nominal y también la demanda de billetes. El crecimiento de la economía tiene el mismo efecto, más si se da en consonancia con algo de inflación.

En tales circunstancias el banco central provee en automático la mayor liquidez que demanda el público. La fuente del aumento en la liquidez provendrá de su propio crédito o de aumentos en RI. 
Finalmente, independientemente del régimen cambiario, debe enfatizarse que para que como resultado de intentos del banco central se puedan dar aumentos o disminuciones en la cantidad de dinero se requerirían cambios improbables en la estructura de la cartera del público a favor o en contra de la demanda de efectivo.



[2] La afirmación del párrafo se sostiene también cuando a los bancos comerciales se les exige mantener reservas en al banco central. En arreglos de esa naturaleza para el cálculo de la base monetaria los saldos de la banca comercial se suman a los billetes y monedas en circulación. En este caso el banco central podrá variar el monto de la base monetaria pero en función de las cantidades que requiera de la banca comercial y no porque pueda determinar el monto de billetes y monedas en circulación.










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